nº 109 viernes. 23 de diciembre de 2004

Hay gente que teme las tormentas, a mi, me sucede todo lo contrario, Me encantan! Sobretodo en verano, cuando una tarde de calor sofocante parece incomodar la siesta de un Eolo que enojado, se despierta provocando una pequeña ventisca y en apenas un instante, sin tiempo a reaccionar, el día se vuelve noche y la lluvia cae inmisericorde sobre las flores de los balcones de la plaza de cualquier pueblo o las cabezas de los despistados transeúntes que corren a guarecerse bajo los soportales, asustados por la rotundidad de los truenos y la violencia de los relámpagos pero pasa, y el sol vuelve a salir y la gente regresa a las terrazas y en el ambiente queda un olor a tierra mojada que yo guardaría en un frasco como una preciada esencia.


TORMENTA
Cuando el agua esperábamos ansiosos,
una nube de polvo cubrió el cielo.
Fue Inútil cerrar puertas y ventanas:
nos invadió los hondos aposentos,
cubrió maderas, apagó cristales,
cayó sobre mis libros y cuadernos,
fue crujido gris entre los dientes
y ceniza fugaz en los cabellos.
El limpio patio se llenó de tierra,
de hojas, de plumas, de papeles viejos,
cantaron el vuelo unas palomas
y se encrespó ruidoso el gallinero.
¡Qué lástima me dio la madreselva
zarandeada, rota, por el viento,
y mi sillón de voluptuosos mimbres
derribado de bruces en el suelo!
Pero brilló un relámpago de pronto,
estalló un largo trueno,
y veraniegas, numulares gotas
se abrieron paso por el sucio velo.
Y en seguida la lluvia
empezó a resonar sobre los techos.
Fue entonces un cerrar y abrir de puertas,
un respirar con los pulmones plenos,
un poner tinas bajo de los caños
que un chorro daban argentino y trémulo,
sacar las plantas de los corredores,
diosmas, jazmines, tímidos helechos,
y un gozo de cepillos y de escobas
guiando las aguas hacia el sumidero.
Igual cosa que hacían los de al lado,
y los de enfrente, y casi todo el pueblo. 
Ahora todo es frescura y poderío,
el mármol brilla, el bronce echa reflejos,
los mosaicos parecen de oro puro,
el paraíso tiene un verde nuevo,
y en el umbral sentado de mi casa
miro sencillamente el universo.
Baldomero F. Moreno

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bonita...la verdad que echo de menos tu etapa poética. Entonces nos mandabas poesías los lunes por la mañana, y hombre! así daba gusto empezar la semana.
Gracias y besos,
Soniapt

viernes dijo...

Sí, enviaba una poesia y un cuadro a aquellos que respondian a viernes. Se ve que tu, como ahora siempre comentabas algo. :-) El lunes te enviaré una poesía pues.