Birmania que ha recuperado su antiguo nombre -Myanmar-
anterior a la colonización británica fue un poderoso reino medieval unificado
en el siglo XI por el rey Anawrahta, quien emprendió la ingente tarea de
construcción de unas 2.500 pagodas de diferentes formas, medidas y materiales y
hoy, es nuestra primera parada en un "viernes" que viaja por Italia,
Brasil, Praga y Lisboa. Buen viaje!!!!!!!!!!!!!
LA PAZ DE LAS PAGODAS

Cae a plomo el sol de las primeras horas de la tarde y el efecto casi mágico de
sus rayos sobre la piedra milenaria pinta de rojo, ocre, anaranjado, amarillo y
púrpura las pagodas en ruinas que se elevan silenciosas sobre la orilla del
Ayeyarwady. El barco fluvial ha zarpado de la ciudad imperial de Mandalay a las
seis de la mañana, y durante ocho horas ha descendido, con la proa puesta en
Bagán, el curso de este gran río que atraviesa la enorme llanura central
birmana.
Piedra, terracota o ladrillo, materias primas de estas
pagodas, cambian de color según desfilan las horas del día y en Bagán sólo la
noche termina con el espectáculo de luz y silencio. Aunque casi el cien por
cien de los 200.000 turistas que viene cada año a Myanmar visita Bagán, la gran
extensión sobre la que se asientan estos miles de templos budistas consigue que
se pueda visitar en soledad casi todas las joyas de este lugar, Patrimonio de
la Humanidad: los templos Ananda y Gawdawpalin, la pagoda Shwesandaw, el
monasterio Mimalaung y tantísimos otros. Se puede decir que el mítico Reino de
Pagán murió de su propio éxito: en 1287, el temible emperador Kublai Khan envió
una avanzadilla de sus hordas para calibrar las posibilidades de la conquista
de uno de los enclaves culturales, comerciales y religiosos más importantes del
Asia medieval tanto que el Gran Mongol afiló sus garras ante la tentación y la
corte y el ejército del último rey de Pagán, Narathihapati, huyeron
despavoridos.
Luis Mazarrasa
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