Santiago de Compostela
Supongo que no descubro la pólvora si os digo que pese a
“Xacobeos” y “Pelegrines” que pugnan por convertirlo en parque temático, Santiago todavía conserva multitud de
rincones en los que, si estás mínimamente receptivo, al poco de entrar, te
puedes transportar a épocas que no saben nada de prisas, velocidad o estrés y
donde pervive todavía un aroma a “aldea” que muchos residentes agradecemos.
Uno de mis rincones favoritos es un hostal, hospedería,
posada con encanto o como queráis llamarlo (últimamente el sector turístico
rezuma imaginación en sus propuestas) que ha tenido la gran idea de permitir
que cualquier compostelano de a pie o visitante fugaz comparta un pequeño lujo
en los tiempos que corren como es disfrutar de un coqueto jardín privado en
pleno casco histórico santiagues.
El Hotel Residencia Costa Vella, que así se llama el lugar,
está situado al borde de la antigua muralla medieval, en la calle Porta da Pena
(o Puerta de la Peña), una de las siete que daban entrada a la antigua ciudad.
Su céntrica situación lo convierte en un sitio ideal como descanso fugaz del
exigente periplo xacobeo o como punto de
reunión previo a una buena sesión de vinos y
tapeo por calles más concurridas.
Quien traspasa sus muros se encuentra acogido por un coqueto
jardín, bordeado por una parra y
salpicado del número de mesas suficiente para evitar aglomeraciones y barullo.
Los días soleados de primavera (si tal cosa existe) o las tardes apacibles de
verano y por el precio de una consumición, puedes conjurar al espíritu de Doña
Emilia Pardo Bazán y transformarte en uno de aquellos burgueses decimonónicos
que no tenían reparo en malgastar su tiempo releyendo una y mil veces el
periódico, hojeando perezosamente una novela, escribiendo a alguien que te eche
de menos o simplemente practicando el noble arte de pasmar al sol mientras
escuchas la banda sonora de mirlos, petirrojos, jilgueros y demás residentes que por allí pululan. Una
vez dentro y si el clima ha sido misericordioso con nosotros hará falta más de
una plegaria al Apóstol en petición de la fuerza de voluntad suficiente para
levantarnos y partir.
Angeles Gil
1 comentario:
Yo no pude alojarme en el Hostal Costa Vella porque no fui previsora y no reservé pero me regalé un plácido desayuno en su jardin que bien mereció la pena el Camino hasta allí.
Cuando uno llega a Santiago andando cualquier distancia por pequeña que sea se hace importante.
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