ULM: Hrad Praga

Praga tiene muchos sitios que recomendar y seguro que algún día volvemos a esta ciudad desde esta sección. Hoy solo os quiero invitar a dar un paseo por su castillo.
 
HRAD PRAGA
Nos habían prevenido de la ingente cantidad de turistas que tomaban las principales calles y monumentos de Praga cada día; Así que la sugerencia de Oscar de acercarnos al Castillo pasadas las 20h fue puntualmente obedecida.
El tranvía 22 nos llevó, atravesando el Moldava y serpenteando por las calles de Malá Strana, de Nove Mesto (ciudad nueva) a Hradcany, un espacioso y elegante barrio en el que se encuentra Hrad Paha.
El castillo de Praga, lugar desde el que siempre se ha gobernado la ciudad y en consecuencia el país, se encuentra situado en una colina asomado a las ciudades nueva y vieja que se extienden al otro lado del río. No es una fortaleza al uso sino una ciudad dentro de otra ciudad. Alejado del bullicio de las Plazas Wenceslao y Staromestské Namestí y con la noche ya cayendo sobre Praga apenas media docena de personas y el sonido de nuestros propios pasos nos acompañan por las inmensas plazas que al paso de arcos se iban abriendo delante de nosotras a modo de estancias de palacio neoclásico.
Serenos jardines reales y un frondoso bosque que apenas deja ver el foso son la antesala de los primeros edificios oficiales. La sorpresa viene cuando al girar a la izquierda abandonando la primera plaza te encuentras con la magnífica catedral gótica. Allí, en un estratégico banco al abrigo de un muro, leemos algo de la historia del Antiguo Castillo Real y la majestuosa catedral de San Vito impresionadas por su imponente verticalidad que apunta al cielo.
Nuestro recorrido se cierra y se abre según avanzamos por calles y plazas que solitarias parecen aún de dimensiones más grandiosas. En una esquina, como invitada tímida al despliegue de majestuosos edificios que han jalonado nuestro paseo, nos encontramos con el “callejón del oro”. En otro tiempo lugar de residencia de alquimistas, astrólogos, astronomos. . . famoso por sus pequeñas y coloristas casitas, así como por sus ilustres vecinos, Kafka entre ellos.
Dejando atrás la calle, descendemos hacia la salida de esta pequeña ciudad y apenas unos metros antes de alcanzarla el silencio que nos ha acompañado durante todo el recorrido se rompe por unas voces que en checo, en un pequeño jardín adosado a una muralla están representando Shakespeare. Romeo y Julieta en la noche de Praga bajo un cielo cuajado de estrellas nos despiden hasta el día siguiente en que será el mismo Castillo de Praga pero a nosotras nos parecerá diferente.
ASM

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