nº 92 viernes. 9 de julio de 2004

Marruecos es una tierra repleta de tradiciones y sabores que se palpan en sus abigarrados zocos y medinas, en la serenidad de sus madrasas, en el sofoco de sus concurridas mezquitas, en el calor de sus plazas, en su especiada cocina, en el intenso color de su paisaje desértico... en definitiva, un país para disfrutar de la exquisita esencia árabe.  
QUE ALÁ TE ACOMPAÑE!
El poderoso jefe de los hombres velados acababa de emprender el largo viaje de vuelta a su oasis tras cerrar fatigosamente tratos con el jefe de los hombres azules. Eran rivales, porque en la inmensidades del desierto todos los hombres son rivales. Pero también eran amigos: los gélidos vientos de la noche hacen que todos los hombres sean solidarios. La caravana ya no avanzaba a buen ritmo; desatado el viento, sus fríos vapores lanzan sobre ella un finísimo polvo dorado desde los bordes de las colinas. El jefe había decidido acampar porque su corazón ansiaba amar a su hermosa princesa beréber. Las llamas de la fogata surgían de la tienda de su amada y los vientos susurraban entre los palmerales arrullando el melodioso canto que surgía de otra tienda. Entonces la joven comenzó a contar a sus hijos la historia de su pueblo, que ya sus antepasados habían narrado a sus tatarabuelos y éstos a sus hijos y a los hijos de sus hijos.
Baher Kamal

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