Arizona, está llena de referencias cinematográficas que nos
trasladan a maratonianas sesiones vespertinas los sábados de nuestra infancia y
adolescencia frente al televisor. Con la curiosidad que despierta esa amplia y
solitaria llanura de tierra árida, sólo interrumpida por cactus gigantes y
curiosas formaciones rocosas de color rojo, nos acercamos hoy al escenario
imaginado de nuestras aventuras infantiles.
ARIZONA, OBRA DE LA NATURALEZA
No son aún las siete de la tarde y el cielo ya se tiñe de
rosa. Camino hacia un alto entre las rocas, desde dónde se divisan las siluetas
de los ocotillos y los cactus a contraluz, recortando la luz del atardecer.
Detrás de mí, la luna llena empieza a adueñarse del cielo. Las aves matutinas
cantan vísperas, las nocturnas sus plegarias. Si se callaran, el silencio sería
estremecedoramente profundo. Las llamas del sol se extinguen en el horizonte y
en lo alto, Sirius empieza a brillar. Justo en ese momento, muy cerca de dónde
estoy, un coyote lanza su escalofriante aullido. Es la voz del desierto.
Paz Mata
No hay comentarios:
Publicar un comentario