nº 116 viernes. 18 de febrero de 2005

En el rincón más al sur del continente africano está Sudáfrica, un país de contrastes con extraordinarios escenarios naturales, animales salvajes, culturas ancestrales, diferentes etnias, ciudades modernas......... Un país que trata de superar su triste pasado reciente y que ofrece todo un mundo por descubrir.

SUDÁFRICA, LUCES Y SOMBRAS
Cuando las empleadas del Africa Café, uno de los restaurantes de moda de Ciudad del Cabo, cierran la cocina por la noche, en lugar de salir disparadas a casa se ponen a bailar y cantar entre las mesas. Sacan unos tambores de algún rincón y, todavía con los delantales puestos, arman la fiesta para animar a los clientes. Cantan y bailan con ese don que parecen tener sólo los hombres y mujeres de piel oscura. Las cocineras y camareras empiezan por la planta baja y acaban en la azotea, y todos -blancos, negros, malayos y de todo tipo de coloración- quieren acabar la cena rápidamente para ponerse a bailar. Y como la noche no ha hecho más que empezar, luego ponen música enlatada de baile. La fiesta está montada.
Todo, en apariencia, normal. Normal ahora. Porque tal vez convenga recordar que blancos y negros no podían bailar juntos. Ni viajar en los mismos autobuses, ni tomar el sol en las mismas playas, ni enviar a sus hijos a los mismos colegios. El pasado 27 de abril se celebró el décimo aniversario del final del apartheid, de la elección de Nelson Mandela como presidente, de la apertura del país al mundo.
Un viaje a Sudáfrica, hoy, permite disfrutar de sus muchos atractivos turísticos -parques nacionales, culturas tradicionales, paisajes hermosos, ciudades modernas-, pero sobre todo es encontrarse con un pueblo que ha salido hace cuatro días de una pesadilla inconcebible.
Angel Martín Bermejo
 

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