nº 17 viernes 8 de noviembre de 2002

En un tiempo de masificación y uniformidad, decir de alguien o algo que es único constituye el máximo elogio. Si aplicamos este criterio, es obvio que no hay ciudad en el mundo rival de Venecia y lejos de limitarnos en su definición, la ciudad se nos abre y admite infinidad de adjetivos para acercarnos a ella: romántica, decadente, bulliciosa, barroca, literaria, trágica, elegante, atemporal, colorista, serena, etérea... Nadie como Marta para trasladarnos a Venecia, a "su Venecia".

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