Agenda: El retrato español. Del Greco a Picasso

Museo del Prado.
20 de octubre de 2004 al 6 de febrero de 2005
No hay duda de que nuestro arte y nuestra historia son un lujo y esta exposición es realmente un alarde de ello; Goya, Velázquez, Madrazo, Ribera, Picasso, Miró... las obras expuestas son un repertorio irrepetible, y el montaje demuestra cómo sin grandes alardes (para ello ya están las piezas, que hablan solas), con imaginación e inteligencia se puede sorprender al visitante. Por ello, un momento clave de la visita es cuando se une con la exposición permanente, abriéndose con la sala de Las Meninas, cambiada para la ocasión, y enfrentándolas con La familia de Carlos IV. Familia frente a familia, Velázquez Vs Goya, una disposición que nos permite comparar a los dos maestros con un golpe de mirada. ¡Qué sensación!.
Pero no podemos quedarnos sólo con ver las obras, la exposición ofrece una retrospectiva única de la evolución artística, cultural y social de la historia española. En ella vemos cómo inicialmente sólo se tocaban motivos de marcado carácter religioso (obras del Greco), pasando a los temas de corte (los cambios entre Austrias y Borbones), la llegada de la Ilustración y termina con representaciones de los sectores más bajos de la sociedad. Vaya cambio, ¿no?. 
Las variables estilísticas son tan amplias como el número de autores que participan en ella, sin embargo, todos están dentro de una misma historia y por ello, incluso en los cuadros de Picasso encontraremos reminiscencias del Greco. Los retratos masculinos son serios, de poses dignas y artes sobrias, sin embargo los de las mujeres dan frescura y colorido. En las escenas populistas más duras, no se pierden los valores y los personajes posan con orgullo. El retrato es realidad y por tanto naturalismo, pero sin olvidar la condición humana, todos los personajes tienen alma y sobre todo mucha dignidad, me sorprende el orgullo con el que Ribera retrata a una madre amamantando a su bebé cuando ella era objeto de burla y mofa (Magdalena Ventura con su marido –la mujer barbuda- Hospital de Tavera, Toledo).
La visita no sólo nos da la posibilidad de ver algunas obras por primera vez en España, o grandes piezas que vuelven para ser expuestas tras años en el extranjero (frases que vamos a oír mucho en los medios...), es que la exposición es un escaparate de la historia. Y no sólo a través de los artistas universalmente conocidos, hay otros cuadros de enorme calidad y belleza que llenan de vida, frescura y picaresca las salas, hay un cuadro de Bartolomé Murillo titulado Niño apoyado en el alfeizar (National Gallery, Londres) que es una delicia, o el de Cuatro figuras en un escalón (Kimbell Art Museum, Fort Worth, Texas) del mismo autor y que contrastan con los cuadros de nobles y reyes. Nombraría tantas obras que no terminaría.
Ana Vico

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