nº 74 viernes. 5 de marzo de 2004

El paisaje de la Toscana parece una fantástica puesta en escena obra de un artista exquisito. El encanto de la campiña con elegantes cipreses escoltando los viñedos no ha pasado desapercibido a lo largo del tiempo para los artistas que la han convertido en el escenario de sus obras. Ya iba siendo hora de que en "viernes" nos dieramos un paseo por la Toscana. 
LA TOSCANA, ARTE Y NATURALEZA
Tanto había progresado la cultura occidental hacia el SXVIII que el filósofo francés Pascal podía calificar el envoltorio cultural como una "segunda naturaleza" del hombre. Bastan unas horas de fruición y de éxtasis en medio de la naturaleza toscana para que uno empieze a dudar seriamente de esa supuesta contradicción entre naturaleza y cultura. O entre la vida y el arte, para implicar a otros concienzudos pensadores. Porque aquí la armonía de ese binomio fundamental se nos aparece perfecta. Y esto se aprecia desde el más humilde apostadero. La campiña misma de la Toscana es ya una obra de arte. Colinas suaves, armoniosamente concatenadas, tachonadas de hileras o bosquetes de cipreses acorralando algún "paese" o alquería solitaria. El ciprés pagano -no el cristiano, con tufo a muerte-, es un poco el símbolo, la quintaesencia de este paisaje elegante y delicado.
Carlos Pascual

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