Con un fin de semana frío y lluvioso en el horizonte,
(esperemos que se equivoque el hombre del tiempo porque aquí hoy luce un sol
increíble), parecía obligado escaparse por un ratito a uno de esos lugares cuyo
nombre sugiere todo tipo de fantasías y que es considerado no un jardín del
edén metafórico, sino el verdadero lugar dónde Adán y Eva vivieron antes de ser
expulsados.
SEYCHELLES, LAS ISLAS DEL EDÉN
A unos 1.600 kms al este de Zanzíbar, el sol dorado pende
sobre una playa conocida con el maravilloso nombre de Anse Source d´Argent.
Nadie sabe por qué se denomina así, ni tampoco importa. La playa es un
creciente de arena blanca con palmeras y árboles tamaka, delimitada en sus
extremos por grandes bloques de granito extrañamente erosionados.
Una mañana, mis amigos y yo subimos a las bicicletas y
cruzamos la espina dorsal de la isla para ir a la zona este. Nos detenemos en
un pequeño café dónde un muchacho abre dos cocos para nosotros. Compartimos su
leche, y caminamos hacia el norte por los rocosos promontorios hasta el arco de
playas de Anse Cocos. En la arena sólo se ven la huellas de un solitario
aguzanieve. Isabelle y Michel se tumban a descansar, y Antoine se va a buscar
conchas, mientras yo camino por la orilla con Maite. Encontramos un barco del
que sólo quedan las costillas, y un anciano que revisa sus trampas para pescar.
Con un movimiento de cabeza, nos dice que no hay nada para él esta mañana. Mientras
hablamos, el oleaje sube hasta nuestras piernas, y luego nos golpea los
tobillos mientras se aleja. ¿Cuantas formas hay de decir perfecto?.
Mel White
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