nº 56 viernes. 10 de octubre de 2003

EL SOL DEL MEMBRILLO
Las mejores horas para sacar fotos son el amanecer y el crepúsculo. La luz da una apariencia distinta a los objetos, en cierto modo irreal. Así veo yo la luz del otoño; tal vez ayude, que me acabo de tomar unos vinos en una terraza al sol y mi percepción de la realidad era parcial, casí onírica.
Y es que en otoño, el campo se tiñe de amarillos, rojos y ocres que en condiciones normales no son los protagonistas cromáticos de este escenario y que invitan a coger una manta para sentarts apoyada en un árbol a disfrutar del sol del otoño, el sol del membrillo, en un ratito de soledad con un buen libro entre las manos...ASM

Ese libro podría ser El espíritu de la Tierra -Antología poética- de Miguel Torga.

DECLARACIÓN
En la vida real como en los sueños:
nunca he pisado un suelo de firmeza.
Busco en el recuerdo
un sólido camino recorrido,
y veo siempre un barco sacudido
por las olas furiosas del destino.
Un barco inconsciente de chiquillo,
un barco temerario de muchacho,
y un barco de hombre, que ya no domino
entre las rocas dónde se deshace.
Pero el cielo era bello
cuando en la noche el dueño lo encendía;
y era bello el reir de la poesía,
como el amor, dragón insatisfecho;
y bello no tener dentro del pecho
ni miedo, ni inquietud, ni vanidad.
Por eso digo que valió la pena
la dura realidad
de este viaje trágico-terreno
siempre golpeado por la tempestad.

Miguel Torga.

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