Colombia. El color de la esperanza

El mundo se abre y se cierra al mismo tiempo conducido por el gran río. Solo él parece capaz de frenar la selva poderosa, que se aprieta en las orillas como una franja verdinegra. Sobre la espesa vegetación, la gran rapaz vuela en círculos pacientes en espera de pitanza, mientras garras y loras, tucanes y guacamayos patrullan el río buscándose tambien la vida.
Al atardecer, miles de luciérnagas chisporrotean en las orillas a nuestro paso, creando un juego de luces digno del mejor castillo de fuegos artificiales. Quedamos embelesados, fascinados. Nada malo nos podía ocurrir en esta selva en la que jamás se agotan las sorpresas. Nadie quería salir de allí, el río y la selva nos habían atrapado; pero esperaban otras vivencias, nuevos encuentros y emociones en este inagotable caleidoscopio de pequeños mundos que es el territorio colombiano.
Juan Ramón Vidal.

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