Un segundo de Pompeya

El 24 de agosto del 79 d.C. el tiempo se paralizó en Pompeya, Herculano, Oplontis... la mastodóntica masa volcánica del Vesubio hizo que se abriese un paréntesis temporal. Un segundo que se congeló y aún no ha pasado, un segundo que a diferencia del resto de la vida de la ciudad aún no ha muerto. Y, un segundo del que todos podemos participar, desde que en 1748 se descubrió el lugar y empezaron las excavaciones.
Por ello visitar Pompeya, es retar al tiempo y a la física con su lógica destrucción de las cosas. Pero sobre todo es visitar un drama, cuando tantas personas, tantas vidas pasaron a pertenecer al reino mineral, sumergidas dentro de la lava vesubiana.
Yo me quedo con ese momento de cotidianeidad, ese momento anterior a la explosión que se refleja en tantos rincones y detalles de la ciudad, que te llevan a tratar de imaginar cómo hubiese sido el segundo siguiente; carteles electorales en los muros de las casas y la elección del praetor urbanis, barcos amarrados en el puerto y sus mercancías vendiéndose en las tabernae o las huellas de los carros que despiden todavía el sonido de sus ruedas. Pero son los murales, los frescos de las paredes, los que me devuelven al presente, su espectacularidad intimida. Y, su naturalismo y delicadeza choca frontalmente con la realidad de la ceniza, haciéndome reflexionar sobre ese segundo que dura ya casi dos mil años.
Ana Vico

2 comentarios:

ASM dijo...

Ana, qué bonito lo cuentas !!!! Tendrías que escribir mas en viernes.
A mi Pompeya me parece un privilegio por eso que tu cuentas de que nos permite asomarnos al pasado como si fuera hoy mismo aunque paseando sus calles y entrando en sus edificios es imposible no compadecerse por aquellos que vieron su vida detenida como tu dices en un instante.
Es una visita imprescindible... mas interesante que su vecina Herculano donde no se aprecia el tiempo interrumpido.

Ana V dijo...

Qué bueno verme en Viernes de nuevo. Si saco más inspiración volveré a escribir, me encanta hacerlo y visto tu mensaje tengo esperanzas de que Viernes no termine ni en septiembre ni nunca.