Hoy Susana nos habla de un lugar muy especial para algunos de nosotros: "el jardín" así, sin referencias, será inmediatamente situado por los maragatos. Poca gente sabe que en realidad se llama El Jardín de la Sinagoga porque en tiempos allí se levantaba una sinagoga judía. En cualquier caso, os invitamos a leer lo que Susana nos cuenta de su lugar en el mundo y a compartir, cualquier tarde de verano, las mejores patatas y aceitunas picantes a la sombra de sus árboles.
EL JARDIN DE ASTORGA
Quizás alguien esboce una sonrisa maliciosa al ver mi elección, porque no tiene nada de lo exótico y algo inaccesible que tienen otros rincones descritos aquí, pero estoy segura que los que han vivido en Astorga, aunque fuera durante las vacaciones como yo, también están sonriendo, con ese tipo de sonrisa cómplice, porque antes de que yo describa el por qué de ese sitio, ellos recuerdan lo vivido allí. El Jardín de Astorga, que ya no es lo que fue, siempre lo recuerdo con el calor del verano. Nuestro jardín, porque por horas pasadas allí, creo que nos pertenece al menos un poquito, estaba lleno de grandes árboles, que al igual que a nosotros, vieron a nuestros abuelos jugar bajo sus ramas. Bajo su sombra recuerdo ver a Gorgorito, ver jugar a las canicas a los chicos, jugar al burro, tardes enteras hablando tras pelearnos por los bancos, sentarnos en los cubos de la muralla con los pies colgando, y cuando ya fuimos mayores, sentarnos en la terraza del “bar de Santos”. ¿Alguien no se acuerda de sus patatas fritas y de sus aceitunas picantes?. De León y su provincia sólo se habla de su frío y largo invierno, pero nosotros conocemos sus calurosos veranos. Y cuando Lorenzo pega fuerte no hay mejor sitio en Astorga que la terraza del Jardín, con la sombra de sus árboles, con los pajarillos alrededor, unas patatitas, un butano, unas aceitunas picantes que no falten y la compañía de buenos amigos. ¿Nos vemos allí este verano?. Susana.
Quizás alguien esboce una sonrisa maliciosa al ver mi elección, porque no tiene nada de lo exótico y algo inaccesible que tienen otros rincones descritos aquí, pero estoy segura que los que han vivido en Astorga, aunque fuera durante las vacaciones como yo, también están sonriendo, con ese tipo de sonrisa cómplice, porque antes de que yo describa el por qué de ese sitio, ellos recuerdan lo vivido allí. El Jardín de Astorga, que ya no es lo que fue, siempre lo recuerdo con el calor del verano. Nuestro jardín, porque por horas pasadas allí, creo que nos pertenece al menos un poquito, estaba lleno de grandes árboles, que al igual que a nosotros, vieron a nuestros abuelos jugar bajo sus ramas. Bajo su sombra recuerdo ver a Gorgorito, ver jugar a las canicas a los chicos, jugar al burro, tardes enteras hablando tras pelearnos por los bancos, sentarnos en los cubos de la muralla con los pies colgando, y cuando ya fuimos mayores, sentarnos en la terraza del “bar de Santos”. ¿Alguien no se acuerda de sus patatas fritas y de sus aceitunas picantes?. De León y su provincia sólo se habla de su frío y largo invierno, pero nosotros conocemos sus calurosos veranos. Y cuando Lorenzo pega fuerte no hay mejor sitio en Astorga que la terraza del Jardín, con la sombra de sus árboles, con los pajarillos alrededor, unas patatitas, un butano, unas aceitunas picantes que no falten y la compañía de buenos amigos. ¿Nos vemos allí este verano?. Susana.
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